OMEGA SPEEDMASTER APOLLO 11 50TH ANNIVERSARY LIMITED EDITION STEEL.



Ocho mil cuatrocientos son los euros que deberá pagar  cualquiera que desee celebrar con algo tangible el cincuenta aniversario de la llegada del hombre a la Luna (o quizás debería más bien decir la llegada de un Omega a nuestro satélite).

Y deberá disponer no solo de ese dinero, sino también darse prisa e incluso quizás, tener algún "contacto". Creo que no va a ser del todo fácil custodiar cualquiera de las 6969 unidades de este speedy tan especial...






Si os fijáis he utilizado el verbo custodiar. Después de varios días leyendo y haciéndome una idea tras su presentación a mediados de la semana pasada, tengo claro que sus futuros dueños se repartirán en dos clases.

Los que se lo encuentren por casualidad, casi como cuando recoges una concha en la playa, que irán a un distribuidor y simplemente se lo llevarán puesto, porque sí, porque les gusta, pero no son aficionados a la relojería (pocos). 





Y una segunda clase, la mayoría... aquellos que posiblemente lleven años esperando esta edición limitada con la seguridad de que adquieren un objeto especial, cargado de simbolismo, casi inútil para el uso diario. Es una opinión muy subjetiva y personal, pero para mí este es uno de esos relojes para custodiar y no vestir.

No es apto para el día a día, no lo es estéticamente tampoco para momentos de etiqueta, ni siquiera es la mejor opción técnica para darse un chapuzón en verano en la piscina. Simplemente sirve para sentarte en un sillón con un licor y su caja sobre las piernas y meditar acerca de una de las mayores aventuras protagonizadas por el hombre (o no, porque, como en todo, en esto también hay escépticos, conspiranoicos y otras faunas).





Supongo que podría pasarme horas admirando el dorado culo de Buzz Aldrin impreso en la subesfera de las nueve, con una copa de Cardhu en la mano (ciertamente, una instantánea mejorable... me refiero a la del astronauta, no a la mía...).






Aunque reconozco que lo representado es bastante fiel a lo que realmente sucedió aquel día de Julio de 1969:





No creo que reflexionase demasiado acerca del nuevo calibre que Omega ha utilizado para la ocasión, el flamante 3861 (evolución del 1861) porque al fin y al cabo estamos hablando de Omega, y de 8400 euros... ¡como para preocuparse por la precisión o la fiabilidad!. Tampoco en detalles como el "Moonshine Gold" del bisel o "Ceragold" de su insert cerámico. 

Aunque admito que seguramente disfrutase también de los detalles relativos al acabado, el trabajo sobre la esfera y el juego de agujas, de la acertada inspiración en la tapa posterior o el curioso numeral 11, homenaje a la misión.





Con todo, esto no va tanto de materiales, avances técnicos o acabados, en realidad, sino más bien de cuidar de un objeto singular que contribuye a conmemorar un momento histórico.











Las aburridas e intrascendentes características técnicas las tenéis disponibles en cualquiera de las varias decenas de artículos en páginas especializadas. 

Y para el que quiera algo similar, pero de usar, ahí el Speedmaster Moonwatch Professional básico, hesalite, que es infinitamente más versátil...




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