UN POCO DE HISTORIA RELOJERA: CERTINA DS

Uno de los objetivos del blog, como anunciaba en la primera entrada, es encontrar las razones para vestir un reloj "vintage" con unos cuantos años a sus espaldas. Podríamos aducir motivos estéticos o sentimentales en algunos casos, pero en casi todas las entradas de este tipo hallaréis el relato de un hecho histórico, una anécdota o una gesta en las que hubiera estado involucrado un modelo concreto. Probablemente esa es una poderosa razón para lucir un reloj de los años cincuenta, sesenta o setenta: "éste es el mismo reloj con el que, hace años..."

En esta ocasión os presentaré "el reloj más fuerte del mundo" tal y como rezaba su publicidad a finales de la década de los cincuenta. Y es que Certina, en esos años, era considerada una marca puntera y su prestigio rivalizaba con el de firmas que son en la actualidad referentes de calidad.

Foto de la página web http://www.vintagecertinas.ch/en/indexeng.html

Cuando uno se planta delante de un "vintage", lo primero que debe abandonar es su concepto de "tamaño adecuado". Y es que suelen ser relojes con cajas de diámetro pequeño, en comparación con lo que estamos acostumbrados. Entre 30 y 38 mm son medidas escasas para nuestros días -aunque últimamente se advierte una inversión de tendencias, hacia relojes un poco más pequeños-. El primer DS tenía una caja de 36 mm de diámetro, realizada en acero. Creedme cuando os digo que no debía ser el mismo acero que el utilizado ahora, porque en la mano sorprende, no exactamente su peso, sino la sensación de "masa". ¡¡Te recuerda al plomo!!. No he experimentado una sensación parecida con ningún otro reloj.


 El secreto del "reloj más fuerte del mundo" era su arquitectura "Double Security", de donde se derivan las siglas DS. Un diseño de los ingenieros de Certina en el cual el calibre del reloj quedaba protegido y aislado por un grueso anillo de goma que lo separaba del resto de componentes y al que se añadía el tradicional mecanismo Incabloc. La caja de acero, con tapa posterior roscada y un cristal plexi de gran grosor lograban que el reloj soportara inmersiones de hasta 200m de profundidad, caidas al suelo desde seis metros de altura o, como alardea el anuncio anterior, ¡atropellos por vehiculos! -¿un poco exagerado tal vez?-. Conscientes de su dureza, a los diseñadores de la marca sólo les restaba encontrar el elemento distintivo que resaltara las cualidades del modelo. Alguien debió pensar que era resistente "como el caparazón de una tortuga". ¡Bingo!. Unos meses después del lanzamiento comercial, se estampó en la tapa posterior la silueta de una tortuga, un logo que llegaría a ser legendario. Muchos aficionados se refieren al reloj - y a los DS2 y DS3 que vendrían años después - como Certinas DS "Turtle" (tortuga).

Una de las mejores imágenes que circulan por internet del logo "Turtle", publicada en un hilo del foro Relojes Especiales

Otra foto del mismo foro, tal vez una de las más bellas que puedas encontrar del Certina DS, y que pertenece a una unidad restaurada por el maestro relojero Pedro Izquierdo. Un trabajo increible, como los que acostumbra a hacer uno de los mejores profesionales de nuestro país.

El mismo reloj, una vez más, en una fotografía de gran calidad. Agradezco profundamente al forero Santi, de Relojes Especiales, la difusión de estas fotos en ese foro. Son probablemente las mejores que puedan hallarse en internet de este modelo. Espero no molestarle al presentarlas en este blog.

¿Te has enamorado del reloj?. Si lucieras uno en la muñeca ¿qué podrías contar de él?. ¿Qué suceso, anécdota o hecho relevante narrarías a quien se fijara en él?.

El Dhaulagiri, en la Cordillera del Himalaya, es la séptima montaña de más altura en nuestro planeta, con 8167 metros. Es una de las más complejas de escalar, y ocupa el quinto lugar en peligrosidad. Es tan "técnica" como el Annapurna, el K2 o el Nanga Parbat y sus condiciones climáticas, extremas y caprichosas, hacen que pocos escaladores alcancen su cima cada año. 



Varias expediciones habían intentado coronar la cima de este coloso en los años cincuenta. En 1954 una expedición argentina sobrepasó la barrera de los ochomil metros pero no consiguió alcanzar la cima. En el intento falleció el jefe de la expedición, el Teniente Francisco Ibáñez, debido a graves congelaciones.

El Dhaulagiri no daría su brazo a torcer hasta 1960. Ese año una expedición austro-suiza capitaneada por Max Eiselin lograría la hazaña de coronarlo. Dos miembros del equipo, Kurt Diemberger y Albin Schelbert, junto a los guías Ngawang Dorje y Nima Dorje lograron vencer a la montaña el 13 de Mayo de aquel año.


Pues bien, aquella expedición famosa iba equipada al completo con el Certina DS. La fotografía que podéis encontrar fácilmente en internet y en la propia publicidad de Certina, dando fe de la hazaña, es la que véis a continuación.

En la muñeca de uno de los expedicionarios, el Certina DS.

No parece un hecho tan excepcional como la llegada del hombre a la Luna pero ciertamente tampoco fue un paseo. Cualquiera que atraviesa los ochomil metros de altura somete a su organismo y al equipamiento a una prueba durísima. A esa altura los fallos en el equipo pueden costar la vida y medir el tiempo correctamente es crucial. Ese es el mérito que se le reconoce al Certina DS en aquella expedición. No falló.
Y un último apunte. Superó dificultades muy similares a las que encontraron Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay en su ascensión al Everest. Hillary confió en aquella ocasión histórica en un Rolex Explorer...


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